lunes, 15 de noviembre de 2010

Nuevo domicilio

Cual transposón, salto de un sitio a otro llevandome lo que hay a mi alrededor. Nuevo locus:

http://hombredelgorrocoptero.wordpress.com/

domingo, 10 de octubre de 2010

El lado oscuro de la evolución: guerra biológica (II)

En 1997 sucedió algo que los científicos hace tiempo que temían, especialmente los médicos. En los casos de tres pacientes geográficamente distantes, una bacteria a menudo letal, Staphylococcus aureus, se vio poco afectada por un antídoto en el que hasta la fecha se podía confiar: la vancomicina, un antibiótico. Afortunadamente, en esos pacientes el microorganismo sí era sensible a otros fármacos y se logró su erradiración. Pero la aparición de S. aureus que no sean susceptibles de un tratamiento óptimo con vancomicina presagia problemas, una pesadilla sanitaria internacional: el aumento de las resistencias bacterianas contra muchos antibióticos que hasta ahora nos ayudaban a controlar las infecciones bacterianas.

Desde los años cuarenta, cuando se empezó a disponer de ellos, se ha venerado su carácter de fármacos milagrosos: proyectiles mágicos capaces de eliminar las bacterias sin dañar en exceso a las células de la persona infectada. Cada nueva década ha traído un aumento de la frecuencia de bacterias que plantan cara no sólo a uno sino a varios antibióticos y cuyo control resulta extremadamente complicado. De hecho, existen cepas de al menos tres especies bacterianas (Enterococcus faecalis, Mycobacterium tuberculosis y Pseudomonas aureginosa), capaces de producir enfermedades potencialmente letales, que escapan ya a la acción de todos los antibióticos del arsenal del que dispone el clínico, un lote de más de cien fármacos.

Pero, ¿cómo se ha llegado a una situación así? Varios procesos interrelacionados son los responsables. Para entenderlos mejor, es necesario comprender los mecanismos por los que los genes capacitan a las bacterias para resistir el ataque de un antibiótico, cuál es la naturaleza de un antibiótico y los daños que éstos ocasionan en los microorganismos.

En sentido estricto, un antibiótico se define como una sustancia natural (esto es, producida originalmente por seres vivos) que inhibe el crecimiento o la proliferación de las bacterias o, directamente, las matan. Cuando la diana son virus se conocen como antivirales y cuando son hongos, antifúngicos (a los científicos nos gusta mucho ponerle nombre a todo, teniendo en cuenta que antibiótico significa etimológicamente antivida -bacteriana o no-). En la práctica, éstas sustancias son mejoradas artificialmente por los humanos con el fin de mejorar su actividad o incluso ampliar el espectro de las especies a las que afectan. Funcionan, de forma general, interfiriendo en procesos vitales. La tetraciclina, por ejemplo, se une a los ribosomas e impide a la bacteria sintetizar nuevas proteínas. La penicilina y la vancomicina impiden la síntesis de la pared celular bacteriana.

Las bacterias disponen de varios mecanismos por los que adquieren genes de resistencia. Muchas heredan los genes de sus predecesores; otras veces son mutaciones genéticas, muy frecuente en bacterias ( 1 ó 2) las que producirán de forma espontánea un gen de resistencia o perfeccionarán uno existente. No en pocas ocasiones reciben los genes de resistencia de otras bacterias vecinas. De hecho, el intercambio de genes está tan difundido en el mundo bacteriano que podríamos considerarlo un gigantesco organismo multicelular, único, en el que las células intercambiasen con facilidad su material genético. Es común que los genes de resistencia se integren en plásmidos, minúsculos anillos de ADN que permiten a las bacterias superar los contratiempos que les depara el medio; aunque los genes también pueden estar integrados en el cromosoma bacteriano, gran molécula de ADN que almacena la información necesaria para la reproducción y el mantenimiento de rutina de la bacteria. A menudo una bacteria transfiere sus características de resistencia a otras mediante la donación de un plásmido. Los virus movilizan, a su vez, genes de resistencia en las ocasiones en las que extraen un gen de una bacteria y lo inyectan en otra. Además, cuando una bacteria muere y se lisa, se rompe, libera su contenido al medio externo y otra bacteria cualquiera puede apropiarse de algún gen liberado (en éstos dos últimos casos, sólo si el gen llega a integrarse en el cromosoma o en el plásmido de la bacteria receptora logrará ejercer su función). Ésta integración es rfecuente, porque los genes de resistencia van frecuentemente junto a transposones, prestos a saltar a otras moléculas de ADN.

El proceso de selección es bastante directo. Cuando un antibiótico ataca a una población bacteriana, destruye a las que son muy sensibles. Pero las células que presentaban la resistencia desde el principio o que la han desarrollado luego (bien por mutación o por transferencia horizontal) pueden sobrevivir, más aún si se administran cantidades insuficientes de antibiótico. La reducción de la competencia por bacterias susceptibles facilita la proliferación de las otras. Cuando un grupo de bacterias se enfrenta a un antibiótico, las más resistentes desplazan sin remisión al resto, patógenos o no. Éste tipo de bacterias, no patógenas pero resistentes, actúan como reservorio de la resistencia a antibióticos, la cual se extiende por transferencia horizontal. Éste efecto de colaboración a favorecido la aparición de cepas multirresistentes de Acinetobacter y de Xanthomonas, productiras de sepsis potencialmente letales en pacientes hospitalizados. Hace 10-15 años de éste tipo de organismos multirresistentes.

Por último, falta la última razón de que se haya llegado a esta situación: su uso. Se ha demostrado que si un miembro de una familia utiliza de forma crónica un antibiótico para combatir el acné, la concentración de bacterias resistentes al tratamiento en la piel aumenta para todos los miembros de la familia. Del mismo modo, un empleo muy elevado de antibiótico en hospitales, guarderías y granjas (donde con frecuencia se administran fármacos a los animales) incrementa los niveles de bacterias resistentes en personas y otros organismos que no reciben el tratamiento; entre ellos debe contarse a quienes vivan en las proximidades de estos epicentros de consumo elevado o siquiera pasen por ellos. Dada la intensificación de los viajes internacionales, no sólo se puede importar/exportar resistencias a antibióticos sino que también se pueden importar/exportar cepas multirresistentes. Por ejemplo, se ha documentado la migración de una cepa multirresistente de Streptococcus pneumoniae desde España hasta Gran Bretaña, Estados Unidos, Sudáfrica y otros países. Esta bacteria, también conocida como pneumococo, produce neumonía, meningitis y otras enfermedades.

La solución a la resistencia bacteriana es modificar químicamente los antibióticos para que sean irreconocibles por sus sistemas de resistencia. Son modificaciones complejas y que cuestan mucho dinero, algo que posteriormente redunda en el precio del producto final y causa malestar de parte de la población. Por ello resulta sorprendende que muchos médicos satisfagan la petición de antibióticos de personas desinformadas en lo que se refiere al tratamiento de catarros y otras infecciones víricas que los antibióticos no pueden curar, muchas veces incluso en contra de su propia opinión médica. Se ha calculado que, en EEUU, alrededor de 50 millones de prescripciones anuales, de un total de 150 millones, son innecesarias. Además, hay pacientes que no terminan el tratamiento y almacenan las dosis sobrantes para automedicarse, o medicar a familiares y amigos, en cantidades menores a las terápicas, lo que supone un caldo de cultivo perfecto a la aparición de resistencias en bacterias que luego podrán producir trastornos de dificil tratamiento.

Algunos ejemplos de bacterias patógenas multirresistentes:

  • Staphylococcus aureus: Causa septicemia, infección de heridas y neumonía; en algunos hospitales más del 60% son resistentes a meticilina; algunas amenazan con presentar a todos los antibióticos (H/C; 1950).
  • Acinetobacter: Causa septicemia en pacientes con afectación del sistema inmune (H; 1990).
  • Enterococcus faecalis: Causa septicemia e infecciones del tracto urinario y de heridas en pacientes inmunocomprometidos; no existe tratamiento para ciertas cepas multirresistentes (H; 1980).
  • Neisseria gonorrhoeae: Causa gonorrea; la presencia de resistencia a varios fármacos limita el tratamiento, esencialmente a cefalosporinas (C; 1970).
  • Haemophilus influenzae: Causa neumonía, otitis y meningitis, sobretodo en niños; se puede prevenir mediante vacunas.
  • Mycobacterium tuberculosis: Causa tuberculosis; no existe tratamiento para ciertas cepas multirresistentes (H/C; 1970)
  • Escherichia coli: Causa infecciones del tracto urinario, septicemia, diarrea e insuficiencia renal aguda; algunas cepas productoras de infecciones urinarias presentan resistencia a varios antibióticos (H/C; 1960).
  • Pseudomonas aureginosa: Causa septicemia y neumonía, sobretodo en pacientes afectados de fibrosis quíscita o con el sistema inmune debilitado; no existe tratamiento para ciertas cepas multirresistentes (H/C; 1960).
  • Shigella dysenteriae: Causa disentería (diarrea hemorrágica); se han descrito epidemias por cepas resistentes y sólo algunas se pueden tratar con fluoroquinolonas, caras y no disponibles, con frecuencia, en países en desarrollo (C; 1960).
  • Streptococcus pneumoniae: Causa septicemia, infección del oído medio, neumonía y meningitis (C; 1970).



El empleo extensivo a escala mundial de antibióticos en medicina, ganadería y agricultura produce la selección de cepas resistentes a éstos fármacos. ¿Cabe deducir que hay que abstenerse de utilizar antibióticos y así detener el avance de éstas bacterias para las que no existiría tratamiento? No, pero casi. Si se quiere que estos fármacos conserven su eficacia contra los patógenos, se deberá hacer un uso más responsable. La sociedad puede aceptar un aumento de la proporción de bacterias resistentes cuando sea necesario tratar una enfermedad, pero este mismo aumento es inaceptable si el recurso de los antibióticos es prescindible. Piensos e insecticidas que carezcan de antibióticos, mejora de las medidas higiénicas en hogares, agricultura y ganadería; se pueden lavar frutas y verduras crudas para eliminar no sólo restos de antibióticos sino de bacterias resistentes (por muy resistentes que sean, si no comen mueren); seguimiento estricto de los tratamientos por parte de los médicos y que éstos administren única y exclusivamente cuando haya necesidad de antibiótico (han verificado que es un agente bacteriano y que realmente se requiere); no conservar restos de antibióticos sino llevarlos a donde indiquen los profesionales para su correcto tratamiento; abstenerse las personas de solicitar antibióticos para cualquier enfermedad que ellos estimen oportuno (sin saber si son bacterianas, viricas, etc.). Siendo algo más estrictos aún, prohibir la inclusión de antibióticos en lociones para manos y otros productos cosméticos y de higiene diaria que incluyen agentes antibacterianos en su composición. Revertir esta tendencia requiere de la colaboración de las instituciones, de los médicos, de los granjeros y de cualquier otro que permita abordar los efectos de los antibióticos desde nuevos puntos de vista. Se precisa de un mejor manejo de los antibiótico y la restitución de la flora bacteriana sensible a esos fármacos para evitar que las bacterias resistentes estén libres de competencia y se puedan perpetuar.

Bibliografía sobre la resistencia a antibióticos:

  • THE ANTIBIOTIC PARADOX: HOW MIRACLE DRUGS ARE DESTROYING THE MIRACLE. S.B. Levy. Plenum Publishers, 1992.
  • DRUG RESISTANCE: THE NEW APOCALYPSE. Número especial de Trends in Microbiology, vol. 2, nº10, pág. 341-425, octubre 1994.
  • ANTIBIOTIC RESISTANCE: ORIGINS, EVOLUTION, SELECTION AND SPREAD. Dirigido por D.J. Chadwick y J. Goode. John Wiley & Sons, 1997.

jueves, 19 de agosto de 2010

Bip, bip, bip...

Uno no puede despistarse mucho, a la que lo hace le crecen los seguidores como enanos.

Próximamente se podrá ver el blog en wordpress, lo único que me falta para ser Google-independiente. Y de paso pues trataré de estar más pendiente del blog.


saludos