sábado, 27 de marzo de 2010

¡No me lo creo!

Cuando una persona ve algo en la naturaleza realmente increíble, no es raro escucharle decir (o leerle) que no cree que algo así haya ocurrido por casualidad o por azar sino que alguien debió intervenir. Dependiendo de dónde se pregunte, o a quién, ese alguien recibe el nombre de Dios, Alá, Yaveh o Gran Zontan, entre otros muchos nombres. A mi, como persona ya no ya de ciencias sino como persona observadora, esa creencia me choca bastante esa y voy a exponer por qué.

En primer lugar está la estadística. Mejor no. Voy a empezar desde el principio: falta de la consciencia del tiempo. Cuando una persona escucha o lee de algo que ocurrirá dentro de 20 años dice "buah, eso está lejos, de aqui a que pase...". Sin embargo, cuando leen o escuchan que algo aconteció hace X millones de años (o sin millones, hace miles de años o incluso cuatro siglos mal contados) pues se quedan un poco con cara de "pos vale", salvo que digas que cada X tiempo caen nosecuántos meteoros, o que el sol crecerá tanto que consumiría el planeta, o cosas así donde se pasa al otro extremo: al temor de que ocurra mañana. Realmente no sabemos qué cosa es el tiempo y la dimensión tan absolutamente brutal que tiene. Si lo referimos todo a segundos, pues todo el mundo sabe que un minuto tiene 60s y una hora 3600s. Un día tiene 86.400s, una semana 604.800s y un mes (de 30 días) 2.592.000s. Si uso 1 no dice mucho, pero pongo los más de dos millones y medio de segundos que tiene "1 mes" entonces vemos que es un "pelín" de tiempo. El año tiene más de 31.000.000s en números redondos. Realmente es mucho tiempo, no nos parece tanto porque nuestra mente está realizando otras tareas y no tiene tiempo para ver si el Cesio 133 va por la vibración 1 ó la 9.192.631.770, pero si nos paramos un instante y nos hacemos conscientes por ese instante de nuestra existencia... la cosa cambia. Haced como ejercicio el no hablar, nada de nada (o hablar si no sois habladores) durante 10s. O si lo preferís, contad segundo a segundo lo que tarda en iniciar vuestro ordenador. Os parecerá un tiempo considerable y realmente no son más que unos pocos segundos.

Menos intuitivo es ser conscientes de lo que son cientos, miles o millones de años. Redondeando muy mucho la vida media de una persona, en la sociedad desarrollada (de 70 a 80 años), a un siglo, vemos que cada uno de nosotros sólo ha tenido, en dos siglos, un abuelo y un bisabuelo (bueno, dos, el paterno y el materno). Algo que se puede ver perfectamente en los árboles genealógicos de toda índole que hay en internet. Aunque no he hecho la cuenta, podríamos tener de 50 a 2.500 tatara-n-abuelos. Toda nuestra genealogía, desde la aparición del Homo sapiens podrían encerrarse en cualquier pueblo pequeño español (en general, incluida nuestra subespecie. Si nos ponemos quisquillosos se quedarían, como mucho, en 1.000 tatara-n-abuelos, podrían llegar incluso al nivel de aldea). Ahí quedarían encerrados de 50.000 a 250.000 años de historia biológica. Ahora imaginad lo que son 4.800.000.000 años, que es la edad del planeta Tierra. Enfrentando esos 250.000 años de historia del Homo sapiens frente a esos 4.800.000.000 años (ó unos 100.000 años si hablamos exclusivamente del H. sapiens sapiens, nosotros tal y como somos hoy) podemos empezar a hacernos una idea de por qué los científicos dicen que, en la enciclopedia de la historia de la vida (no recuerdo ahora de cuántos volúmenes), la parte correspondiente a la humanidad se reduciría a una frase.

Ahora vamos al tema estadístico. Gran culpa de todo ello lo tiene la prostitución del concepto de posibilidad, y parte de culpa de esa prostitución la tenemos los científicos. Que algo sea posible quiere decir que no es imposible, es una perogrullada pero no se le toma como tal. La probabilidad de que ocurra algo va del 0% al 100% (o del 0 al 1, si lo referimos a tanto por uno), siendo 0% algo imposible y el 100% algo seguro (¡ojo!, no que sea posible: se-gu-ro). Por tanto, lo que hay entre el 0% y 100% (sin ser 0% ó 100%) es algo posible.

Y aqui es, damas y caballeros, donde se junta el hambre con las ganas de comer: cuando se dice que algo es prácticamente imposible es porque tiene una probabilidad muy baja, qué se yo... del 0,00001% y resulta que, como nos enseñan en el cole, se tiende a redondear al 0% (total, 0.00001 es casi 0). Es decir, hemos convertido a 1 posibilidad entre 100.000 en 0 posibilidades. Nos guste o no el tiempo existe, y ese tiempo hace que lo que era prácticamente imposible se vuelva seguro: cuando el tiempo tiende a infinito (a una cantidad muy muy muy muy grande) vemos que acaban pasando 100.000 "algos"... y, como por arte de magia, acaba ocurriendo lo que pensabamos que era imposible, que esa posibilidad entre 100.000... ocurra.

Creo que ésto se ve mejor con un ejemplo: la lotería. Concretamente el euromillón. El euromillón es un juego en el que hay que seleccionar 5 números de entre 50 posibles y, además, 2 números adicionales entre 9 posibles. La probabilidad de que salga uno de los números de esos 50 es de 1 entre 50, matemáticamente 1/50. Y la de que salga un número estrella es de 1 entre 9, es decir, 1/9. Teniendo en cuenta que para que se den todas las circunstancias (que salgan nuestros números) hay que multiplicar probabilidades (sumar implicaría que salga cualquiera de ellos, pero no todos), tenemos:

1/50 * 1/49 * 1/48 * 1/47 * 1/46 * 1/9 * 1/8 = 5,46 * 10^-11

Aproximadamente, he quitado el chorro de decimales que hay tras el 5. Como al salir una bola no se vuelve a introducir, el número de bolas del bombo pasa de 50 a 49, a 48, a 47 y así según van saliendo bolas, de ahí esa diferencia que véis en los denominadores. Bueno, eso lo que nos dice es que si jugamos un número durante 100.000.000.000 veces (cien mil millones de veces), nos va a tocar el premio gordo 5 veces (no medio toca el gordo, por eso ignoro la parte decimal). O lo que es lo mismo: si jugamos un número durante 18.306.086.400 veces (casi veinte mil millones de veces) nos tocará el gordo una vez. Así que ya sabéis que no os va a tocar, hahah... ¿o sí? La realidad, la cruda y cruel realidad, nos dice que en el plazo que va de una semana a 3-4 semanas, el gordo toca. Y no sólo eso, no es raro que el gordo haya tocado a dos personas (generalmente a ningún conocido al que podamos sablear). ¡¿Pero cómo es posible?! fácil: juegan del orden de 200.000.000 europeos, lo que reduce la probabilidad de que el gordo toque a 1 de cada 90, aproximadamente. Cuando el bote va ascendiendo, el número de jugadores aumenta, lo que aumenta aún más la probabilidad de que el gordo acabe tocando. O lo que es lo mismo: la probabilidad de que toque el gordo del euromillón cuando el tiempo tiende a infinito es del 100% y que cuantos más participantes haya, menos tiempo transcurrirá hasta que toque. Que sea a alguno de nosotros o algún familiar es otro cantar.

Y bién, ¿cuál es la relación entre ésto con lo que supuestamente va la entrada de éste blog? pues simplemente que si algo tiene una probabilidad entre dieciocho mil, pese a ser prácticamente imposible, no tiene una probabilidad del 0% y por tanto puede ocurrir. Todas y cada una de las cosas más extrañas e increíbles que podamos ver en la naturaleza tienen posibilidad real de ocurrir si somos conscientes del tiempo que ha transcurrido desde la aparición del planeta. Incluso el fenómeno más extravagante que se nos pueda ocurrir, como la vida (aqui, aqui, aqui, aqui y aqui).

Así que si una cosa que ocurre una vez casi veinte mil millones acaba pasando en el plazo de unos pocos días, ¿qué nos hace pensar que algo no pueda ocurrir en la naturaleza con 4.800.000.000 años a sus espaldas?. Es más, de hecho ese algo que alguno piensa haya ocurrido, pero si no ha llegado a nuestros días es porque, simplemente, ha palmado en el camino. O quizás aún no ha aparecido, lo que no quita que pueda hacerlo mañana, dentro de 100 años o dentro de 2.000.000.000 años.

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